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viernes, 14 de septiembre de 2007

Tan CeRcA De La MuErTe

Tan CeRcA De La MuErTe

¿Qué sabe uno de la muerte?, ¿qué sabe? Sólo cuando la tenemos cerca, y nos sentimos vulnerados la recordamos y la sentimos latente en cada uno de nuestros pasos, como lo único imprescindible en la vida, como lo único certero y el único objetivo que tiene nuestra existencia. Tal vez todo esto suene muy Heideggeriano, porqué negarlo la influencia está allí, y así mismo su angustia existencialista. El punto es que la cercanía de la muerte nos hace pensarnos nuevamente, nos hace débiles y pequeños ante el universo, como siempre lo hemos sido, pero como nunca lo hemos recocido. Es innegable que ante la cercanía de la muerte todas las ópticas cambian y a pesar de que nos la pasamos día tras día sabiendo lo imprescindible y sabiendo que el tiempo se está yendo, cuando al fin llega quisiéramos tener aún más tiempo. Es la lógica del mundo ¿ no? Ahora sólo nos separa el tiempo, ni siquiera el espacio. Aunque siempre me osé ha criticar todos los ritos, para mí sin sentido, de la religión católica, hoy por fin, al participar en uno de ellos, me di cuenta que para entenderlos hay que vivirlos. Como todo rito, no tiene sentido fuera de su contexto. Puede que no crea que confesándose ante un cura se pueda alcanzar el perdón divino y por el contrario sí es un símbolo de sumisión y humillación si bien no ante Dios sí ante un sistema clerical, pero la idea no es polemizar, algo que sí respeto son las creencias individuales (tal vez muy al estilo de Voltaire pienso que ‘no comparto tus ideas pero daría mi vida por defender el derecho que tienes a expresarlas’, aunque tal vez yo no daría mi vida por ello), el punto es que aunque normalmente vea sin sentido todo este tipo de ritos, hay que experimentarlos para poder hallar en ellos su esencia, para poder entender ese proceso que significa para los creyentes el morir, y cómo por medio de ellos tener una especie de catarsis y poder reconocer lo humano y lo divino en el otro. Los ritos pre- muerte (mortem¿? Nótese lo poco que aprendí en mis clases de Latín con Escalante), como la unción de los enfermos en este caso, sirven para enfrentar lo ineludible, para estar cara a cara con aquello a lo que tanto le tememos, aquello que nos han enseñado a temer. Es constatar cuán vulnerables somos y cómo el tiempo nos va separando uno a uno, es querer asir cada segundo que no aprovechamos, cada Silencio, cada conversación inacabada, es querer asir nuestros dolores y tal vez también nuestras alegrías. Es llorar y descargar la tragedia que como espectadores miramos, es reconocerse en el héroe trágico tan imposible en nuestro mundo moderno, es vencer el miedo que nuestra sociedad infunde al intentar perpetuar la vida hasta sus últimos extremos, al intentar alejarnos más de nuestra única certeza, al intentar hacernos inmortales, hacernos dioses, consumiéndonos unos a otros, creándonos artificialmente para que tarde o temprano seamos el mismo polvo y la misma carroña de siempre, para que la belleza se encuentre en el camino con el cadáver de algún animal y se reconozca en él plenamente.

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