oh Dios, tan imperfectos todos y tan altivos!! ¿Qué más da quienes somos, quienes pretendemos ser? al fin y al cabo todos, cada uno de nosotros, no es más que la repetición de un ciclo inmenso, o pequeño, qué más da! Al fin y al cabo todos tenemos un mismo objetivo, la muerte. Soy muy mala para los cambios, siempre les huyo, siempre me quedo estática esperándo a que otro o la situación me hagan mover. Y cuando las cosas son ineludibles, entonces no las comprendo de inmediato, no las percibo. ¿Será que percibiré tu ida ?, ¿será que demoraré mucho para darme cuenta que ya no estás y que nunca más vas a estar?, ¿será que me harás falta?. Creo que nunca lo demostré como debía, creo que esto sucede siempre cuando ya se está lejos, sin embargo pude decirte que te quiero y pudiste escucharme, pude asir tu mano y tú la mía, y pude verte ahí dormida, tendida, qué sé yo, ahí. ¿podrías escucharme ahora?, ¿podrías?. Tal vez ni yo misma pueda escucharme. Ves, divago, como siempre. Espero que hoy no sea la despedida, espero que nunca lo sea, aunque no te vea en gran tiempo. Espero no cerrarme como siempre lo hago, espero no callarme. Un último, fuerte abrazo quisiera, después de muxo. ¿Pero qué? el tiempo ha pasado, se ha ido, y mis dedos informes a penas quisieran teclear no tu nombre, sino tu Silencio.
miércoles, 19 de septiembre de 2007
viernes, 14 de septiembre de 2007
Tan CeRcA De La MuErTe
Tan CeRcA De La MuErTe
¿Qué sabe uno de la muerte?, ¿qué sabe? Sólo cuando la tenemos cerca, y nos sentimos vulnerados la recordamos y la sentimos latente en cada uno de nuestros pasos, como lo único imprescindible en la vida, como lo único certero y el único objetivo que tiene nuestra existencia. Tal vez todo esto suene muy Heideggeriano, porqué negarlo la influencia está allí, y así mismo su angustia existencialista. El punto es que la cercanía de la muerte nos hace pensarnos nuevamente, nos hace débiles y pequeños ante el universo, como siempre lo hemos sido, pero como nunca lo hemos recocido. Es innegable que ante la cercanía de la muerte todas las ópticas cambian y a pesar de que nos la pasamos día tras día sabiendo lo imprescindible y sabiendo que el tiempo se está yendo, cuando al fin llega quisiéramos tener aún más tiempo. Es la lógica del mundo ¿ no? Ahora sólo nos separa el tiempo, ni siquiera el espacio. Aunque siempre me osé ha criticar todos los ritos, para mí sin sentido, de la religión católica, hoy por fin, al participar en uno de ellos, me di cuenta que para entenderlos hay que vivirlos. Como todo rito, no tiene sentido fuera de su contexto. Puede que no crea que confesándose ante un cura se pueda alcanzar el perdón divino y por el contrario sí es un símbolo de sumisión y humillación si bien no ante Dios sí ante un sistema clerical, pero la idea no es polemizar, algo que sí respeto son las creencias individuales (tal vez muy al estilo de Voltaire pienso que ‘no comparto tus ideas pero daría mi vida por defender el derecho que tienes a expresarlas’, aunque tal vez yo no daría mi vida por ello), el punto es que aunque normalmente vea sin sentido todo este tipo de ritos, hay que experimentarlos para poder hallar en ellos su esencia, para poder entender ese proceso que significa para los creyentes el morir, y cómo por medio de ellos tener una especie de catarsis y poder reconocer lo humano y lo divino en el otro. Los ritos pre- muerte (mortem¿? Nótese lo poco que aprendí en mis clases de Latín con Escalante), como la unción de los enfermos en este caso, sirven para enfrentar lo ineludible, para estar cara a cara con aquello a lo que tanto le tememos, aquello que nos han enseñado a temer. Es constatar cuán vulnerables somos y cómo el tiempo nos va separando uno a uno, es querer asir cada segundo que no aprovechamos, cada Silencio, cada conversación inacabada, es querer asir nuestros dolores y tal vez también nuestras alegrías. Es llorar y descargar la tragedia que como espectadores miramos, es reconocerse en el héroe trágico tan imposible en nuestro mundo moderno, es vencer el miedo que nuestra sociedad infunde al intentar perpetuar la vida hasta sus últimos extremos, al intentar alejarnos más de nuestra única certeza, al intentar hacernos inmortales, hacernos dioses, consumiéndonos unos a otros, creándonos artificialmente para que tarde o temprano seamos el mismo polvo y la misma carroña de siempre, para que la belleza se encuentre en el camino con el cadáver de algún animal y se reconozca en él plenamente.
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La venganza del vidriero.
Interesante la represalia que pudo tomar el vidriero en el poema en prosa de Baudelaire.
La venganza del vidriero.
Tengo una naturaleza puramente contemplativa, completamente inadecuada para la acción, y, no obstante, bajo un impulso misterioso y desconocido obro algunas veces con una rapidez de la que no me hubiera creído capaz.
En ocasiones, no me atrevo a pasar la puerta de mi casa, temiendo que me encuentre algo inesperado allí dentro. Nunca he sido capaz de mirar una carta sin que pase por lo menos una semana después de haberla recibido, y esperando que durante ella, alguien me dé información sobre dicha carta. Si nadie lo hace, la abro pues las malas noticias siempre son las primeras que llegan.
Hacía dos semanas tenía en mi alma un gusano carcomiéndome y el cual no me había atrevido a liberar. Ya lo he dicho, soy un espíritu negado para la acción. Me conformo con caminar por la ciudad vendiendo mis mercancías, tratar de ser agradable a las personas para que me sigan comprando, y vivir sin mayores concepciones ajenas. Pero ese gusano me impulsaba a actuar, a enloquecer. Lo había evitado durante varios días pero una mañana desperté con la decisión tomada, con el impulso en mis venas. Con determinación. ¿Por qué, por qué, por qué tuve que ceder? Aunque no puedo negar que lo disfruté al máximo y que ese goce de minutos deshizo las furias de mi alma.
Desperté temprano como siempre. Organicé mis mercancías, pero en esta ocasión eran distintas. Mi caja estaba llena de vidrios de colores: vidrios rosados, azules, vidrios mágicos y del paraíso. Allí estaba la vida de color rosa. La vida de color rosa que me habían reclamado.
Llegué a uno de los barrios pobres de Paris. Me detuve ante un edificio, y con cuidado subí sus estrechos seis pisos, evitando que mi mercancía sufriera alguna lesión. Toqué la puerta de un apartamento, y esperé que me abrieran. Vi como la puerta se iba abriendo, y mientras, yo iba sacando una gran cantidad de los vidrios de colores. Apareció ese señor obeso que hacía unas semanas había conocido. Sin darle tiempo para reconocerme, lo saqué de su apartamento, lo empujé hacia las escaleras y lo hice caer mientras le tiraba con furia su anhelada vida de color de rosas. Le lanzaba vidrios rosados, azules. Le lancé más de tres vidrios mágicos, que le dieron en su mágica cabeza, de la cual brotó sangre mágica. Y sin detenerme la gritaba “¡La vida de color de rosa! ¡La vida de color de rosa! ”
Ninguna de las bromas nerviosas están exentas de peligros, y a menudo se pagan caro. Pero ¿qué puede importarle la eternidad de la condena quien ha encontrado en un segundo la infinitud del goce
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NaDa
NaDa
Quietud, de allí la extensión del universo y del ser. Soledad y tranquilidad existen desde el interior para luego empezar a bifurcarse en creaciones comunidades y excesos. El encuentro de las almas se compara con el choque de las quietudes y con el nacimiento de la movilidad. El silencio es el todo, la palabra es sólo un ala de él. El lenguaje es la prolongación de los pensamientos que a su vez son la prolongación de la nada. Dios, suele pensarse que lo es todo, pero es más conveniente pensar que es la nada, de donde extrañamente empieza a surgir el todo. Del Silencio surgen las voces, la comunicación, el intercambio, los grupos, las emociones y los conflictos. La palabra es la congruencia de las líneas, o mejor, sólo las intersecciones de ellas. Sólo somos puntos dentro de una gran masa de líneas que termina siendo la eternidad, un espacio tan grande que se absorbe a sí mismo, se traga o se devora para seguir siendo Nada.
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Etiquetas: nada
NaRCiSSuS
NARCISSUS
No conoces a nadie
conoces algunas calles colinas, verjas, resturantes.
Las camareras han cambiado. No me conoces Yo estoy feliz con el otoño las hojas las faldas rojas todo en movimiento Pasé junto a ti en una pared de mármol algún nuevo banco Sangrabas por la boca Ni siquiera sabías en qué estación estábamos.
You don't know anyone/ you know some streets... (Leonard Cohen, flores para Hittler)
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¿?Por qué NaRcIsO
Porque no hay mejor manera de describir al hombre moderno, no hay mejor manera de describirnos a cada uno de nosotros. Porque aunque el agua se ensucie y la imagen se distorcione seguiremos creyendo en nosotros mismos, seguiremos osando ser autosuficientes, seguiremos creyéndonos todopoderosos y más aún seguiremos olvidando, entre las calles, entre las multitudes, entre la cotidianidad, a cada uno de los individuos que como nosotros se creen únicos y bellos.
¡Quien no sea también Narciso que lance la primera piedra!
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Etiquetas: narciso